Este fin de semana ha sido uno de esos atípicos, de los que se echa de menos. Acostumbrado ya a los 'ajetreos' que produce la precampaña electoral, me sentía un poco raro: necesitaba hacer algo, no tenía la presión de los últimos días; no sé, me había quitado 'algo' de encima y ahora lo echaba de menos.
Pues bien, decidí acordarme de la bicicleta y me puse tarea: me fui a disfrutar de la sierra. Ya hacía tiempo que no me pegaba una carrera como la de ayer, hoy el cuerpo se resiente pero es lo que hay. Al volver me había llamado un amigo, no un amigo cualquiera, era un amigo de los de antes, mejor dicho, de 'los de siempre' y nada, fijamos una hora, un lugar y compartimos unas cervezas. No paramos en toda la noche de hablar de 'nuestras cosas' de todo lo que habíamos pasado, y por supuesto, hablamos de todo lo que nos queda por pasar.
Se echaba de menos una noche como la de ayer. Parecía como si estuviésemos buscando en el baúl y sacásemos las anécdotas para reafirmar que en las situaciones que recordábamos se firmara un conjunto 'también estuve yo'. Y así estuvimos hasta que el sueño, la música y nuestras chicas nos dejaron. Es cierto que cambia la vida, pero nosotros nos negamos a cambiar, somos los mismos y ratos como los de ayer nos ratifican.
Hoy ya vuelvo a la rutina, a las puertas de una nueva semana, y en el ocaso de una semana menos, ya noto la presión que notaba ausente.
Han sido malos días estos de atrás, al menos de duro desgaste. Hablando con un compañero, que de esto entiende bastante, me ha dicho que son los días más difíciles para una persona que se dedica a la política, y no va desencaminado. Han sido días de cruces sentimentales, políticos, laborales e ideológicos. Todo por hacer un proyecto político fuerte que sea lo mejor para mi pueblo.
Me ha quedado claro: "Para lo bueno y lo malo... lo mejor: 'los de siempre'"